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Adiós a Ybarra, el banquero que, además, era una excelente persona

Adiós a Ybarra, el banquero que, además, era una excelente persona

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Adiós a Ybarra, el banquero que, además, era una excelente persona

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Habíamos quedado a almorzar la semana pasada para repasar cómo iban las cosas en el mundo de la banca. Llegaba entusiasmado como el niño que se sube por primera vez a un barco, después de un viaje a bordo del Juan Sebastián Elcano. Un marinero que dejó su sello y su huella en la historia procedente de Guetaria (Guipúzcoa). En realidad tenían muchas cosas en común, los dos eran donostiarras y los dos dejaron su impronta en el mundo de manera inesperada.

Elcano logró la hazaña de ser el primero en dar la vuelta al mundo, mientras que Ybarra presidió el primer banco español, gracias a la fusión del Bilbao y del Vizcaya. Llegó a la cúpula de la entidad financiera por casualidad, en enero de 1990, gracias a una decisión salomónica del entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio.

La muerte repentina de Pedro Toledo abrió las hostilidades entre José Ángel Asiaín (Vizcaya) y Alfredo Sáenz (Bilbao), por heredar el trono. La fusión entre las dos entidades vizcaínas estaba basada en la confianza entre Toledo y Asiaín. Pero nadie había previsto qué pasaría si uno de ellos moría de manera inesperada, como ocurrió. Rubio lo resolvió cediendo la presidencia única a Ybarra, que hasta ese momento no figuraba en ninguna lista para convertirse en el príncipe azul.

«Durante una década remodeló a su gusto el banco para rivalizar con el Santander»

Durante una década remodeló a su gusto el banco con sede en el pequeño rascacielos de la Gran Vía bilbaína para rivalizar con el Santander de Emilio Botín por el podio de la banca española.

Una cruenta guerra entre rojos y azules, que a la postre acabó perdiendo debido a la fusión con Argentaria, que lo aupó momentáneamente al liderazgo de la gran banca española.

«Los vínculos del clan de Neguri facilitaron la adquisición de Bancomer»

Su gran apuesta fue la adquisición de Bancomer, la entidad financiera líder de México, que consiguió gracias a la notable influencia de clan de Neguri. Un grupo de industriales vascos de apellidos ilustres como el de Ybarra o Churruca, el de su madre, al que se añadía otros como Oriol, Declaux, Castellanos, Basagoiti o Urquijo, dueños de bancos y eléctricas como Iberdrola, así como de la siderurgia y los astilleros vascos.

El Gobierno mexicano se oponía a la cesión de los activos bancarios a un grupo extranjero, pero los vínculos tejidos por la amplia familia de Neguri con el país azteca lograron vencer las resistencias.

Bancomer es la primera franquicia bancaria de BBVA y la que aporta casi un tercio de los resultados de su cuenta bancaria.

«El tándem perfecto entre Ybarra y Uriarte llevó a duplicar el tamaño de BBVA en los años 90»

Durante la década prodigiosa de los noventa, el BBVA más que duplicó su tamaño, gracias al apoyo en la gestión desarrollada por su consejero delegado, Pedro Luis Uriarte, con el que formó un tándem perfecto, que se rompió con la fusión.

Francisco González mantuvo a Uriarte como consejero delegado hasta que las cuentas de Jersey cavaron un foso inexpugnable entre ambos.

Ybarra consideraba una especie de traidor a González, porque en la primavera de 2000, poco después de la unión, le contó la existencia de estos fondos en un paraíso fiscal, que había colocado Pedro Toledo para completar las remuneraciones de sus consejeros.

«Ybarra y González se echaron los trastos a la cabeza y se pelearon en los tribunales»

González cooperó en un primer momento con Ybarra. Quitó importancia al asunto. Incluso le acompañó a visitar al gobernador, Jaime Caruana, para que el dinero fuera repatriado sin ningún daño reputacional para la entidad financiera.

Pero todo se rompió un año después, en septiembre de 2001, cuando el Banco de España requirió a la entidad financiera para que explicara el origen de los fondos. Los presidentes no se entendieron. Discreparon en la fecha en la que conocieron las cuentas secretas. Se echaron los trastos a la cabeza y se pelearon en los tribunales.

Caruana había endurecido los protocolos de inspección a raíz del caso Gescartera y González desenterró el hacha de guerra y acusó a Ybarra de conocer y haber ocultado la procedencia de los fondos durante más de una década.

«Los consejeros leales a Ybarra acabaron respaldando a González»

Primero logró la salida de Pedro Luis Uriarte y luego la de Emilio Ybarra, en diciembre de 2001. No lo tenía fácil, porque tenía a más de la mitad del consejo de administración en su contra. Pero los consejeros leales a Ybarra acabaron respaldando a González «por el bien de la entidad financiera» y por consejo del expresidente.

Ybarra y Uriarte no fueron despedidos, se jubilaron en el tiempo que tenían pactado. El expresidente del BBVA siempre presumía en privado de que no se fue por las cuentas de Jersey, sino porque expiraba su mandato. El juicio concluyó con una leve condena para Ybarra, que ni siquiera tuvo que pisar la cárcel, y sin ningún tipo de sanción para la entidad financiera.

«Ybarra lamentaba que había perdido más de la mitad de su patrimonio por la gestión de González»

Ybarra se sentía por ello traicionado. Pero mantuvo prácticamente intacta su inversión en el banco azul tras la salida de González. En los últimos meses, se lamentaba de que con su gestión había perdido más de la mitad de su patrimonio, mientras que FG se había enriquecido. Cambió los estatutos para prorrogar su jubilación y no se fue hasta que vio venir el caso Villarejo. Solo su fondo de pensiones asciende a alrededor de 90 millones.

Aún así no le guardaba rencor. Estaba concentrado en su vida privada, le gustaba cazar y seguía manteniendo una tertulia con los amigos de siempre. El banco había pasado a segundo plano en su vida diaria.

«Más que banquero, Emilio Ybarra era una bellísima persona, educado y atento»

Lamentaba que González ni siquiera se hubiera interesado por su salud hace unos años, cuando tuvo que ser operado a corazón abierto y estuvo entre la vida y la muerte, pero eludió subirse a la barca de Caronte.

Tuvo más suerte que en esta ocasión. A finales de la semana pasada, después del paseo por el buque de su insigne paisano, se desplomó en casa, perdió el conocimiento, y ya no logró recuperar la memoria.

Fue ingresado en el Ruber madrileño de urgencias. El lunes sufrió un derrame y fue operado de madrugada. Falleció este miércoles a las 13:15 horas, pese a que algunos medios le dieron por muerto desde media mañana.

Más que banquero, Emilio Ybarra era una bellísima persona, educado y atento. Todo un caballero. Había logrado desenterrar el rencor y aceptado plácidamente su nuevo destino en la vida. Estoy seguro de que se habrá reencontrado con su paisano Elcano para navegar enteramente cogidos de la mano. Descanse en paz.

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