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La primera jornada de negociaciones no impide que EEUU suba los aranceles a China

La primera jornada de negociaciones no impide que EEUU suba los aranceles a China

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La primera jornada de negociaciones no impide que EEUU suba los aranceles a China

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Nueva York

Poco antes de la medianoche del viernes, Estados Unidos mantuvo su decisión de subir los aranceles desde el 10% al 25% sobre un grupo de productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares. Una orden que no afectará inmediatamente a los bienes que ya han puesto rumbo al país y llegarán en las próximas semanas, por lo que todavía existe un breve margen antes de que el incremento de los gravámenes comience realmente a hacer mella.

Los equipos negociadores de EEUU y China se reunieron el jueves en Washington sin grandes avances. Según fuentes de la delegación china, el viceprimer ministro chino, Liu He, dijo al representante comercial estadounidense, Robert Lighthizer, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, que no podía hacer nada más y que serían el presidente Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, los encargados de continuar directamente con las negociaciones.

Liu, Lighthizer y Mnuchin mantuvieron un encuentro que duró aproximadamante 90 minutos a las 5pm de la tarde, hora local, en la Oficina del Representante Comercial (USTR, por sus siglas en inglés). Posteriormente los altos funcionarios estadounidenses partieron a la Casa Blanca para informar a Trump de las conversaciones y posteriormente cenaron con Liu en el Metropolitan Club.

La Casa Blanca confirmó posteriormente que «el embajador Lightizer y el secretario Mnuchin se reunieron con el presidente Trump para discutir las negociaciones comerciales en curso con China. El embajador y el secretario tuvieron una cena de trabajo con el viceprimer ministro Liu y acordaron continuar las discusiones en la mañana del viernes en el USTR».

Antes del encuentro, el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, jugó al despiste al indicar que su homólogo chino, Xi Jinping, le había escrito «una carta maravillosa». «Probablemente hablemos por teléfono» señaló especificando que la misiva encomiaba al presidente estadounidense a «trabajar juntos» y «hacer algo» en materia comercial. Sin embargo el republicano incidió una vez más en que su administración tiene una «alternativa excelente» si las negociaciones no llegaban buen puerto. Trump se refirió así al incremento de los aranceles ya impuestos y a los que todavía podrían estar por llegar.

«Es una alternativa de la que he hablado durante años. Conseguiremos más de 100.000 millones de dólares al año. Nunca hemos recibido ni 10 centavos de China», espetó.

El USTR justificó su decisión elevar los aranceles del 10% al 25% alegando que «en las negociaciones más recientes, China optó por retirarse de los compromisos específicos acordados en rondas anteriores». La notificación formalmente registrada el miércoles también señaló que la agencia iniciaría paralelamente un proceso mediante el cual las empresas podrán solicitar exenciones a dichos aranceles.

Hasta la fecha, muchas compañías han podido pedir ser excluidas de las rondas previas de aranceles, como los impuestos al acero o el aluminio así como a los aplicados a un grupo de productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares. Aún así, cuando se impuso el arancel del 10% al catálogo de bienes por 200.000 millones de dólares el pasado septiembre no se dio opción a este proceso. El incremento hasta el 25% permitirá esta alternativa con el fin de no dañar a determinadas empresas y sobre todo al consumidor estadounidense.

En declaraciones a la prensa en Pekín, el portavoz del Ministerio de Comercio, Gao Feng, dijo el jueves que China tiene la determinación y la capacidad de defender sus intereses, pero espera que EEUU pueda encontrar un punto intermedio. «La actitud de China ha sido coherente, y China no sucumbirá a ninguna presión», aclaró. «China ha hecho preparativos para responder a todo tipo de resultados posibles», agregó, sin aportar detalles.

No obstante, según adelantó el Wall Street Journal, lo que propició los profundos cambios realizados por el gobierno de Xi y que enervaron a la Casa Blanca fueron las presiones de Trump al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, para bajar los tipos de interés. Pekín interpretó esto como una señal de una posible fragilidad en el horizonte para la actividad económica del país y aprovechó para endurecer su postura en busca de concesiones.

La agencia Reuters explicó esta semana que el motivo que provocó el malestar de la administración Trump ocurrió a última hora del pasado viernes, cuando China envió un cable diplomático con profundos cambios en el borrador del acuerdo comercial, de casi 150 páginas. De hecho, citando fuentes conocedoras de este asunto, en cada uno de los siete capítulos, Pekín eliminó sus compromisos de cambiar las leyes para resolver las quejas principales que causaron que Estados Unidos iniciase la guerra comercial: el robo de propiedad intelectual y secretos comerciales de Estados Unidos; transferencias forzadas de tecnología; la política de competencia; el acceso a los servicios financieros; y la manipulación de la moneda.

Una situación que obviamente dinamitó buena parte de los avances alcanzados desde el pasado diciembre, cuando Trump y Xi dieron luz verde a una tregua que se tambalea. El súbito enfriamiento en la última semana se ha visto aderezado con otras decisiones adicionales que no contribuyen a relajar las relaciones.

La Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU (FCC, por sus siglas en inglés) votó unánimemente a favor de rechazar una solicitud del brazo estadounidense de China Mobile, China Mobile USA, para proporcionar llamadas internacionales y otros servicios. Los funcionarios citaron riesgos de seguridad nacional y justificaron que la compañía es propiedad del gobierno chino, por lo que es vulnerable a la explotación, influencia y el control de Pekín.

Al mismo tiempo, las duras críticas del secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, a la iniciativa «Cinturón y Ruta de la Seda» del gigante asiático volvieron a generar ampollas en el país. Geng Shuang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, acusó a Washington de hacer «comentarios irresponsables» sobre este proyecto, que Pompeo describió como un trato «corrupto» de infraestructura «a cambio de influencia política» que basa la diplomacia «en el soborno de la deuda».

Mientras tanto, las empresas y multinacionales de EEUU ya se encuentran preparadas para enfrentar el nuevo azote arancelario. Compañías como Tool Works, Dollar Tree y Honeywell International son algunas que ya consideraron un posible incremento de los gravámenes en sus proyecciones de beneficio este año. De hecho, 18 de 30 grandes empresas del S&P 500 que hablaron sobre la posibilidad de un aumento de los aranceles durante la presentación de sus resultados confirmaron haber incluido esta posibilidad en sus perspectivas, según indicó el WSJ.

Todo ello en un momento en que las distintas mesas de inversión realizan sus cabalas sobre el impacto que reanudar la escalada arancelaria tendrá en ambas economías. «Creemos que el efecto directo de un aumento del arancel en la lista de 200.000 millones al 25% restará al PIB chino alrededor de 0,1 puntos porcentuales. Si el arancel del 25% se extende al resto de las exportaciones chinas a EEUU, esto podría reducir el PIB del país asiático en 0,3 puntos porcentuales adicionales», explica Jennifer McKeown, economista de Capital Economics. Según sus cálculos, los efectos en EEUU probablemente serán mínimos, debido a la menor importancia del comercio con China y al hecho de que Pekín se queda sin margen para tomar represalias.

El inquilino de la Casa Blanca insinuó el pasado domingo que podrían imponerse nuevos aranceles del 25% a los artículos importados que hasta ahora han escapado a la disputa comercial, con un valor aproximado de 325.000 millones de dólares. EEUU importó más de 539.000 millones de dólares en bienes chinos el año pasado.

Aún así, el déficit comercial de Estados Unidos con China, uno de los centros de atención del gobierno de Donald Trump, cayó en marzo a un mínimo de cinco años gracias a un aumento de las exportaciones, incluida la soja. El Departamento de Comercio dijo el jueves que el déficit comercial con China se contrajo un 16,2%, a 20.700 millones de dólares, su nivel más reducido desde marzo de 2014, mientras que las importaciones de la segunda mayor economía mundial cayeron un 6,1%. Las exportaciones a China aumentaron un 23,6% en marzo.

Washington impuso aranceles el año pasado sobre bienes importados desde China por valor de 250.000 millones de dólares, medida a la que respondió Pekín con tarifas sobre productos estadounidenses valorados en 110.000 millones de dólares. La brecha comercial general de EEUU aumentó un 1,5%, hasta los 50.000 millones de dólares.

Desde Deutsche Bank estiman que si el país incrementase sus gravámenes hasta el 25% para todos los productos procedentes del país asiático y llegase además a tasar a las automotrices extranjeras su PIB se reduciría en más de un 2% durante los próximos 18 meses.

En UBS, su estratega, Keith Parker, estima que reanudar una guerra comercial en toda regla eliminaría 45 puntos básicos del crecimiento económico mundial, mientras que el PIB de China tendría un impacto de entre el 1,2% y 1,5%.

Por su parte, Michael Zezas, de Morgan Stanley, consideró en un informe que su escenario base sigue observando una recuperación de la economía china, con un crecimiento estimado del 6,5% en el segundo y el tercer trimestre de este año, aun así, advirtió que un aumento en los aranceles estadounidenses podría reducir esa estimación en 0,3 puntos porcentuales.

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