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La ‘deriva’ de Arrimadas refuerza a Ayuso y aparta del centro a Sánchez

La 'deriva' de Arrimadas refuerza a Ayuso y aparta del centro a Sánchez

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La ‘deriva’ de Arrimadas refuerza a Ayuso y aparta del centro a Sánchez

Madrid
27/11/2020 – 20:42

Mucho se escribe de los vaivenes y deriva de Inés Arrimadas y de su movimiento tan arriesgado, primero acercándose a Pedro Sánchez, y negociando con el Gobierno en el tiempo del primer estado de alarma, y después intentando meterse en la cuadratura del círculo de los Presupuestos Generales del Estado, junto a Unidas Podemos-ERC y, los herederos políticos de ETA.
Sin urnas que midan el impacto de su actuación política poco se puede vislumbrar, más que dos consecuencias inmediatas a la vista. Y es que, con este paso, consolida su relación con el Partido Popular en sus acuerdos autonómicos y municipales -este viernes Pablo Casado ha sacado la cara por ella desde Tarragona, justificando que haya intentado moderar a Sánchez en la negociación presupuestaria-, y por tanto, consolida de manera indirecta la figura de Isabel Díaz Ayuso como líder, y otra, que igual sin saberlo -aunque ella afirma que por fin le ha quitado la careta al presidente del Gobierno, desenmascarando que su único deseo era pactar con los socios de investidura, es decir, con ERC y EH Bildu-, su ‘no’ a los Presupuestos aleja al secretario general de los socialistas de la patina centrista que busca Moncloa desde hace algún tiempo, para limpiar la imagen radical que el Gobierno de Sánchez empieza a tener ante la Unión Europea. No hay que olvidar que España se juega mucho con los fondos de Recuperación, con cuestiones, por ejemplo, como la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
Estas semanas, dos encuestas ponen el acento en la caída de votos del PSOE y Unidas Podemos, hasta el punto de que la suma de votos de PP, Vox y Ciudadanos logra por primera vez la mayoría absoluta. De ser cierto, la preocupación en el Palacio gubernamental tiene que ser extremo -aunque no se ven elecciones a la vista, salvo las catalanas-. Abundando en ello, hay quien dice que en el PSOE se manejan traicking internos que no traen buenas noticias para el ala socialista del Gobierno, y es por eso que Sánchez se vio forzado a enviar una carta como líder del PSOE a sus afiliados, ya que, entre sus correligionarios son mayoría los que no aceptan el acuerdo con ERC y EH Bildu, mientras que un pacto con Ciudadanos hubiera estado muy bien visto.
En el caso de Inés Arrimadas, las elecciones catalanas será el primer testeo para valorar la deriva de este último periodo de Ciudadanos, corriendo por la banda del centro-derecha por la que se desplazaba Albert Rivera, al socialismo de Sánchez, pegado a nacionalistas, independentistas y filoetarras, por el que ha transitado ella.
La asistencia a Isabel Díaz Ayuso es notoria. Con su ‘no’ a los Presupuestos Generales, despeja las dudas de una moción de censura en la Comunidad de Madrid, moción que ha estado alentada por Ignacio Aguado, su vicepresidente y hombre fuerte en la región madrileña.
Ayuso a lo mejor no necesitaba de este cambio repentino en Ciudadanos, que dicho sea de paso, ha dejado tranquilo a más de un dirigente de la formación naranja, con fuerte grado de urticaria por ver cómo su líder se arrimaba de vez en cuando a los cuadros socialistas. La presidenta de Madrid camina con agenda propia. Este jueves fue la cara de la oposición constitucional al Govern de Cataluña. Además ha encontrado un filón -la defensa de la rebaja fiscal del impuesto de Patrimonio- para afear a un partido independentista que apoya al Ejecutivo, como ERC, capaz de pedir que se intervenga con un 155 fiscal a la Comunidad de Madrid, despreciando sus competencias tributarias, lo que en el caso de partidos catalanes soberanistas sería absolutamente inadmisible, y casi recurrible ante el Tribunal de Derechos Humanos de La Haya.
Entretanto, en la casa socialista duelen las heridas de la operación asociativa con Esquerra Republicana y los cachorros de ETA, bajo el paraguas polarizador de Unidas Podemos. El bloque tripartito que funciona ya como un partido, con la fuerza de sus 53 diputados, se siente contento de haber alejado a Arrimadas del los socios del cuerdo inicial de investidura, y más ahora en la negociación de las Cuentas Públicas, donde los partidos ponen el cazo para ver qué les cae una vez que han entregado sus apoyos.
En Podemos saben que al PSOE le interesaba el pilar de Inés Arrimadas. Lo entienden. En la sala de máquinas de Moncloa se estudiaba la viabilidad de cohabitar a los republicanos catalanes y a EH Bildu con la formación naranja. Por una cuestión de mera necesidad.
La fusión con Ciudadanos les daba alas para una crisis de gobierno después de las elecciones catalanas y de tener bien atados los Presupuestos Generales del Estado. Y especialmente daba alas para encontrar empatía en el caso de que Unidas Podemos se quedara o quede fuera del Gobierno. Al tiempo, saben que de ese modo rebajan tensiones y agradan a su partido, a sus afiliados, y también a los ministros de Sánchez que están hartos de soportar que Iglesias marque la agenda del Ejecutivo, y que se salga con la suya, tras esas conversaciones que mantienen tête à tête los viernes en Moncloa.
Desde negar hasta en cinco ocasiones a RNE que nunca pactaría con EH Bildu, o de afirmar en uno de los últimos debates electorales que jamás había pactado con ERC, la carta con Arrimadas se antojaba una válvula de oxígeno para que Sánchez frene la sangría de votos que se detecta en el Partido Socialista y en Podemos, más allá de que el CIS de Tezanos haga ingeniería con los barómetros que pagan los españoles.
Del lado de Cs, de momento, la deriva de Arrimadas es una quimera. Puede que su futuro no dependa de ella, ya que en el tablero hay muchos jugadores y quedan algunas partidas por jugar.


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